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jueves, 23 de enero de 2020

[ARCHIVO DEL BLOG] Jurisdicción universal: ¿Requiescat in pace? (Publicada el 26 de junio de 2009)




La Corte Penal Internacional en sesión



El pasado día 21 leía en El País Semanal un interesante reportaje de Gabriela Cañas, titulado "Los justicieros del mundo" sobre algunos de los dieciocho jueces que conforman la Corte Penal Internacional con sede en La Haya (Países Bajos). Me gustó. Y me llamó poderosamente la atención la seriedad y confianza con que afrontan su misión, la de poner en la medida de lo posible coto a la impunidad conque muchos gobiernos se pasan por la entrepierna el derecho, no sólo el internacional, en materia de derechos humanos. Entre ellos, por supuesto, están todos los poderosos: Estados Unidos, Rusia, China, India.., y algunos no tan poderosos, pero si lo bastante como para sojuzgar impunemente a sus ciudadanos y cometer toda clase de tropelías con ellos y sobre ellos. Antes de leerlo no es que tuviera mucha confianza en la Justicia, a decir verdad, muy poca. En la española, nula, cero absoluto. En la del Tribunal de Justicia Europeo, un poco más. En la de la Corte Penal Internacional, hay que reconocer que se la está ganando a pulso...

Pero hoy ese poso de confianza se me ha ido al traste ante la noticia de que el Congreso de los Diputados aprobó ayer, con el acuerdo del PP y el PSOE (y de otros grupos minoritarios) la limitación de la jurisdicción universal de la justicia española a los casos estrictos en que se hayan visto envueltos ciudadanos o intereses españoles.

Es una mala noticia para la Justicia, y sobre todo para los ciudadanos. Se ha quedado corto el portavoz parlamentario de Izquierda Unida, el señor Llamazares en sus críticas a la decisión mayoritaria del Congreso. Y desde luego no ha estado muy afortunado cuando para referirse a ello ha dicho que brindarán con champán por tal decisión "los halcones del Pentágono", como si solo fuera a los "los halcones del Pentágono" a los que va a encantar la decisión de nuestro Parlamento. También le habría encantado a Pinochet y Milosevic, y seguro que les ha encantado a los causantes del genocidio de Darfur, al todavía presidente de Zimbabue, a los dirigentes de la República Popular China, a los hermanos Castro, a Ariel Sharon, al ínclito Chaves, y porqué no, a Tony BlairJosé María AznarGeorge Bush (hijo), al reelegido presidente iraní y a una buena parte de la clase política internacional.

Por parte del PP, un partido meapilas y reaccionario, me parece normal la decisión; por parte del PSOE, al que comienzan a sobrarle muchas letras de sus siglas, no le encuentro ninguna justificación. Allá ellos. Supongo que es una forma como otra cualquiera, aunque chapucera, de quitarse de encima los problemas diplomáticos que unos cuantos jueces españoles tocapelotas le estaban creando a nuestro ministerio de Exteriores. Es una auténtica lástima. "Un día de luto", titula su comunicado Amnisntía Internacional. Yo también pienso que lo es: ¿Requiescat in pace por la jurisdicción universal de la Justicia?, en España parece ser que sí. HArendt




Sede de la Corte Penal Internacional. La Haya, Países Bajos



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jueves, 22 de febrero de 2018

[A VUELAPLUMA] Publicistas y política





Los publicistas tienen un brillante futuro en la política: Nadie lee los programas y triunfan los movimientos o partidos liderados por personajes no sometidos a reglas democráticas internas, escribe en El País la periodista y escritora Gabriela Cañas.

En las democracias vivimos en una permanente contradicción de manera que a veces la sustancia es lo accesorio y viceversa, comienza diciendo. Vemos tan de cerca a los líderes políticos, se cuelan con tanta naturalidad en nuestras vidas a través de los medios, que un mal gesto o una afirmación inconveniente pueden echar por la borda todo el programa político que defienden.

Las elecciones francesas del pasado año fueron paradigmáticas. Los dos grandes partidos del país vecino celebraron primarias. Los contendientes expusieron y debatieron ampliamente sus proyectos. Pero en las urnas ganaron dos personajes que nunca se sometieron a tan intensa evaluación: Marine Le Pen y Emmanuel Macron.

Los franceses votaron a Macron sin saber si su primer ministro sería socialista, conservador o de centro. El movimiento lanzado por él era una estructura vertical en la que la ley fundamental era la voluntad del líder, pero encandiló su gesto, su perfil exitoso, su europeísmo y su desafío a los partidos clásicos. Y ganó frente a los politólogos que poco antes de las elecciones insistían en que el centro nunca ha cosechado en Francia más del 20% de los votos.

El triunfo de Donald Trump en Estados Unidos tampoco lo previeron los politólogos. Llegar a la Casa Blanca sin apenas apoyo de su partido, con la vaga promesa de recuperar la grandeza del país, de frenar la inmigración y de dejar sin seguro sanitario a millones de personas —él, que es multimillonario— parecía una misión imposible. No lo fue.

En España, los partidos están obligados por la Constitución a funcionar de forma democrática, precepto que no siempre se cumple, y la gente no se pregunta por qué Albert Rivera se eterniza en el liderazgo y se apasiona por saber si Mariano Rajoy se retira o no porque ello solo depende de sí mismo.

El PSOE ha aprobado sus nuevas reglas. Introduce normas para seleccionar a sus cabezas de lista y obliga a consultar a las bases para suscribir pactos o elegir a su secretario general, al que solo puede echar la militancia. Son normas contra las que se han rebelado veteranos del partido y que pueden ser criticadas porque cambian los equilibrios de poder, pero la realidad es que no hay otro partido en este país con tanta vocación de transparencia y juego democrático. Y, sin embargo, ello no le augura un mayor éxito en las urnas. Su programa es tan pormenorizado y ambicioso como el de los demás. El problema es que los programas no se leen y el del PSOE se percibe errático y, sobre todo, no llega, no cala, no se termina de oír.

La directora gerente del FMI Christine Lagarde explicó una vez que Nicolas Sarkozy la nombró ministra de Economía por puro casting. Era su forma de demostrar en un juicio por corrupción que no le unía a su exjefe una gran amistad. “Querían una mujer”, dijo. Los publicistas tienen un brillante futuro en la política, aunque seguramente se equivoquen tanto como los politólogos.



La cúpula del PSOE: Cristina Narbona, Pedro Sánchez Adriana Lastra.



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt








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