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martes, 27 de febrero de 2018

[POESÍA, PINTURA, MÚSICA] Hoy, con Julián Andúgar, Sandro Botticelli y Antonio Rossini





Decía Walt Whitman que la poesía es el instrumento por medio del cual las voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz; Gabriel Celaya, que era un arma cargada de futuro; Harold Bloom,  que si la poesía no podía sanar la violencia organizada de la sociedad, al menos podía realizar la tarea de sanar al yo. Por su parte, George Steiner añadía que el canto y la música son simultáneamente, la más carnal y la más espiritual de las realidades porque aúnan alma y diafragma y pueden, desde sus primeras notas, sumir al oyente en la desolación o transportarlo hasta el éxtasis, ya que la voz que canta es capaz de destruir o de curar la psique con su cadencia. Y Johann Wolfgang von Goethe afirmaba que un hombre debe oír un poco de música, leer una buena poesía, contemplar un cuadro hermoso y si es posible, decir algunas palabras sensatas, a fin de que los cuidados mundanos no puedan borrar el sentido de la belleza que Dios ha implantado en el alma humana.

Me parecen razones más que suficientes para retomar la publicación, con un formato diferente, de la serie de entradas del blog dedicadas al tema de España en la poesía española contemporánea que tan buena acogida de los lectores tuvo hace ya unos años. Grandes poetas contemporáneos españoles, poetas del exilio exterior e interior, pero españoles todos hasta la médula, que cantaron a su patria común, España, desde el corazón y la añoranza. Poemas a los que acompaño con algunas de las más bellas arias de la historia de la ópera y de algunos de los desnudos más hermosos de la pintura universal. 

Hoy traigo al blog al poeta Julián Andúgar y su poema Tiempo de espera, al pintor Sandro Botticelli y su cuadro El nacimiento de Venus, y al compositor Antonio Rossini y el aria Una voce poco fa de su ópera Il Barbiero di Siviglia, que pueden ver en este enlace interpretada por la soprano María Callas.


***


Julián Andúgar Ruíz (1917-1977) fue un poeta y político murciano. Andúgar nació en el seno de una humilde familia de agricultores. Estudió en el seminario menor de Cehegín (Murcia), así como en Lorca y Orihuela (Alicante). Sus convicciones republicanas lo conducen a militar en el PSOE desde 1935. Luchó en la Guerra Civil como capitán en el ejército republicano y en 1938 fue herido en el Peñón de la Mata (provincia de Granada) quedando minusválido de la pierna izquierda de por vida. Terminada la guerra quedó en prisión un año y medio y a su salida tuvo que exiliarse a Francia hasta su regreso en 1940. Compaginó la literatura con el magisterio, colaborando en las revistas Sigüenza (1945), Estilo (1947) y Ifach (1949), y consiguió licenciarse en derecho y obtener una plaza de oficial en la administración de justicia. La llegada de la democracia a España reactiva su actividad política siendo elegido senador en las Elecciones generales de 1977 por Alicante en las listas del PSOE. 



TIEMPO DE ESPERA

Si echan ceniza sobre tu cabeza,
tú mientras, vieja España,
sillar de la paciencia,
alza esa cara.

Si vienen otro día
tasando tus arenas,
tú, en tu casa;
hila que hila, por dentro, 
la hebra de la verdad
de tus pueblos. Vuelve
a ellos la mirada.

(No resisto, los muerdo;
hundo mis dientes: Ronda,
Tordesillas de Alba
aún enloqueciendo
bajo ojivas doradas;
Morella cabalgando
hacia tu mar. Arriba,
con el fuego y el símbolo,
Berga prestidígita.)

Sentada en tu portal
de hermosa piedra, 
deja correr el oro
de envenenadas aguas.

Mira hacia dentro, y mira
la cal de tus paredes
y la tierra cocida de tus tapias.

No necesitas más.
Tus hijos, y una alcuza,
para las noches largas,
te bastan.

Lejos, por soleares
-digo los que se tardan-,
por aquí, los que nunca
salimos de tus faldas,
haremos que no ceda
ni se apague la llama.

Si alguien tu voz suplanta,
y arrienda tu miseria, 
con tus serios pastores
ha de verse la cara.

En tu portal de piedra
-hijos tienes y amor-,
en tus pueblos, espera.


***



Sandro Botticelli (1445-1510), fue un pintor del Quattrocento italiano, perteneciente a la tercera generación cuatrocentista, en pleno esplendor artístico de la Florencia de fines del siglo XV. La reputación póstuma del artista disminuyó notablemente en los siglos siguientes, pero fue recuperada a finales del siglo XIX. Desde entonces, su obra se ha considerado exponente máximo de la gracia lineal de la pintura del primer Renacimiento. El nacimiento de Venus y La primavera son, actualmente, dos de las obras maestras florentinas más conocidas. Se expusieron por primera vez en la galería de los Uffizi, Florencia, en 1815.



El nacimiento de Venus (1485), de Sandro Botticelli (Uffizi, Florencia)


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Gioachino Antonio Rossini (1792-1868) fue un compositor italiano cuya popularidad le elevó al «trono» de la ópera italiana en la estética del bel canto de principios del siglo XIX, realzando la belleza de la línea melódica vocal sin descuidar los demás aspectos musicales.



Representación de Il Barbiero di Siviglia 


Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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Entrada núm. 4324
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

jueves, 11 de enero de 2018

[POESÍA, PINTURA, MÚSICA] Hoy, con Blas de Otero, Jean-André Rixens y Gioachino Antonio Rossini





Decía Walt Whitman que la poesía es el instrumento por medio del cual las voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz; Gabriel Celaya, que era un arma cargada de futuro; Harold Bloom,  que si la poesía no podía sanar la violencia organizada de la sociedad, al menos podía realizar la tarea de sanar al yo. 

Por su parte, George Steiner añadía que el canto y la música son simultáneamente, la más carnal y la más espiritual de las realidades porque aúnan alma y diafragma y pueden, desde sus primeras notas, sumir al oyente en la desolación o transportarlo hasta el éxtasis, ya que la voz que canta es capaz de destruir o de curar la psique con su cadencia.

Y Johann Wolfgang von Goethe afirmaba que un hombre debe oír un poco de música, leer una buena poesía, contemplar un cuadro hermoso y si es posible, decir algunas palabras sensatas, a fin de que los cuidados mundanos no puedan borrar el sentido de la belleza que Dios ha implantado en el alma humana.

Me parecen razones más que suficientes para retomar la publicación, con un formato diferente, de la serie de entradas del blog dedicadas al tema de España en la poesía española contemporánea que tan buena acogida de los lectores tuvo hace ya unos años. Grandes poetas contemporáneos españoles, poetas del exilio exterior e interior, pero españoles todos hasta la médula, que cantaron a su patria común, España, desde el corazón y la añoranza. Poemas a los que acompaño con algunas de las más bellas arias de la historia de la ópera y de algunos de los desnudos más hermosos de la pintura universal. Disfrútenlos.

Hoy traigo al blog al poeta Blas de Otero y su poema Proal (1971)al pintor Jean-André Rixens y su cuadro La muerte de Cleopatra (1879), y al músico Gioachino Antonio Rossini y su canción Bel raggio lushingier, de la ópera Semiramide (1823).


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Blas de Otero (1916-1979) nace en Bilbao (Vizcaya). Estudia Derecho en la universidad de Zaragoza y Filosofía y Letras en la de Madrid. Sufrió frecuentes crisis depresivas desde su juventud derivadas de su situación familiar, que le llevaron sucesivamente por una etapa religiosa, otra existencialista y por último a la poesía social. Vivió en Cuba entre 1964 y 1967, donde se casó y divorció. Enfrentado siempre al franquismo sus libros tuvieron problemas con la censura. Demócrata convencido cantó a la reconciliación de los españoles toda su vida. Murió de una embolia pulmonar en Majadahonda (Madrid). Les dejo con su poema Proal.


PROAL 

Este es el tiempo de tender el paso 
y salir hacia el mar, hendiendo el aire. 
Hombres, levad los hombros 
sonoramente, bajo el sol que nace. 

Este es el mar, las armas son aquellas 
que, estrepitosamente, se deshacen. 
Hombres, izad, alzad 
hacia la paz los encendidos mástiles. 

España, espina de mi alma. Uña 
y carne de mi alma. Arráncame 
tu cáliz de las manos. 
Y amárralas a tu cintura, madre. 


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Jean-André Rixens (1846-1925) fue un pintor y muralista francés, destacado por su papel en la decoración del Capitole de Toulouse (Salle des Illustres) y del Hôtel de Ville de París (Salon des Sciences). Rixens fue un pintor histórico y de retratos. Muchas de sus pinturas, como La muerte de Cleopatra, muestran la fascinación del artista por el orientalismo y su inclinación por lo mitológico. Para 1900, las pinturas de Rixens lo habían convertido en Caballero de la Legión de Honor y miembro de la Sociedad Nacional de Bellas Artes. 



La muerte de Cleopatra (1879). Museo de los Agustinos, Toulouse, Francia


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Gioachino Antonio Rossini (1792-1868), fue un compositor italiano. Su popularidad le hizo asumir el «trono» de la ópera italiana en la estética del bel canto de principios del siglo XUX, género que realza la belleza de la línea melódica vocal sin descuidar los demás aspectos musicales. Les dejo con su bellísima Bel raggio lusinghier, de la ópera Semiramide.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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Entrada núm. 4181
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