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domingo, 21 de enero de 2018

[A VUELAPLUMA] El hundimiento del catalanismo





Artur Mas es el máximo responsable de la derrota y destrucción del catalanismo político, afirma el periodista Lluís Bassets, director adjunto del diario El País. Lo tuvo todo y todo lo ha perdido, comienza diciendo. Lo quiso todo y nos ha dejado sin nada. Hasta ahora, los grandes políticos de este país habían hecho mucho con muy poco, a veces sólo con un gesto o una palabra. Este político que ahora dice que se va, en cambio, es exactamente el caso contrario. Teniendo en sus manos el poder más extraordinario que nunca se haya concentrado en las manos de un partido catalán, lo ha dilapidado y destruido, destruyendo además otras muchas cosas, empezando por su propia carrera y la de numerosos compañeros de partido y de alianzas, siguiendo por la estructura entera del sistema de partidos catalanes, y terminando, incluso, por las ideas y los valores de la ideología y de la cultura política central en Cataluña que es la del catalanismo político.

Todo esto es obra de Artur Mas. Con colaboraciones numerosas y con complicidades abundantes, con responsabilidades compartidas ampliamente en el mundo periodístico, intelectual, artístico, deportivo, mediático y empresarial. Pero tratándose de quien quería ser un líder, el líder supremo, el que mantenía más altas las apuestas y aseguradas las posibilidades de negociación y de victoria, suya es la responsabilidad máxima y la mayor de todas, y a él le corresponde responder ante sus conciudadanos, los catalanes, con independencia de las deudas que tenga que resolver ante la justicia, y responder exactamente por el hundimiento al que nos ha llevado con sus políticas y sus decisiones concretas, por la derrota de dimensiones históricas a la que él y los suyos nos han abocado a todos.

Quiso organizar la 'casa grande del catalanismo' y el catalanismo se ha encogido y cuarteado hasta quedarse ahora sin casa. Planteó una 'transición nacional', y nos encontramos ahora con una regresión nacional: en lugar de la independencia, una marcha acelerada hacia la pre-autonomía. Pretendió organizar Cataluña como un Estado propio dentro de Europa y Europa no quiso saber nada del nuevo Estado que se le anunciaba. Quiso internacionalizar el conflicto y ha conseguido el más alto nivel de desprestigio y de enemistad con que haya contado Cataluña dentro de España y de Europa en toda su historia. Quiso hacer más pequeña y más débil a España y ha conseguido hacer más pequeña y más débil a Cataluña. Todo lo confió al ejercicio del derecho a la autodeterminación, presentado como derecho a decidir, ejercido unilateralmente, y ahora ni siquiera mantiene vigencia y futuro la idea de una consulta o de un referéndum legal y acordado. Hizo de la independencia un objetivo creíble y al alcance de la mano y ha quemado la idea de independencia probablemente para décadas.

Cataluña se ha visto confrontada, gracias a los errores del independentismo, que son los errores de Artur Mas, a la cruda realidad de su peso, su fuerza y su dimensión geopolítica dentro de España y dentro de Europa. Mas es responsable máximo de los tres errores más importantes cometido por el independentismo a la hora de enfrentarse con su proyecto. Un primer error de análisis irrealista de la correlación de fuerzas, un segundo error de tergiversación de cara a los ciudadanos respecto a las posibilidades reales de alcanzar los objetivos propuestos y un tercer error, el más grave, de sustitución del método posibilista del catalanismo de probada eficacia historia por un experimento rupturista y de confrontación con España y con el mundo entero si era necesario.

La realidad de España era mucho más sólida y seria de lo que Mas había explicado. La economía y las empresas no tenían simpatía alguna, como Mas pretendía, con un proyecto que fabricaba inseguridad jurídica y resultaba en una inestabilidad hostil a las leyes del mercado. La diversidad de la sociedad catalana era incompatible con un proyecto que no ha dudado en acogerse finalmente a una idea de identidad de carácter etno-nacionalista, despertando en consecuencia reflejos nacionalistas de signo contrario. La Constitución española era mucho más firme y eficaz de lo que había pensado Mas con sus frívolas astucias para esquivar o impugnar el marco legal.

Pero todas estas responsabilidades son plurales y compartidas, y forman parte de ‘la confabulación de los irresponsables’, que tan bien ha explicado Jordi Amat en su libro del mismo título, y que afecta a todos los partidos y a un buen puñado de dirigentes, no únicamente a Artur Mas. Dentro de estas irresponsabilidades encabezadas por Mas, hay algunas decisiones pertenecen directamente a la persona que las tomó, como son las convocatorias electorales o las disoluciones de los Parlamentos, atribuciones específicas del presidente de la Generalitat. Y también aquí las equivocaciones de Mas son desgraciadamente memorables: disolvió cuando no lo tenía que hacer y no lo hizo cuando era necesario, respectivamente en 2012 y 2015, por lo que cae sobre sus hombros la responsabilidad de entregar la llave de la estabilidad parlamentaria a la CUP, una fuerza desestabilizadora por definición y que sólo le interesa participar en mayorías que se dediquen a desestabilizar y vulnerar la legalidad constitucional.

Que lo hiciera el hombre vocacionalmente señalado para dirigir la centralidad sociológica del país, para representar a la burguesía y a las clases medias y asegurar la prosperidad y la buena marcha de la economía, para pactar con Madrid y con Bruselas, es el mayor y el más imperdonable de los pecados. Ungido como el presidente de la continuidad pactista y posibilista, Artur Mas se convirtió en el líder populista y rupturista, capaz de dividir a los catalanes, enfrentarlos con España y arrancarlos si hacía falta del marco europeo. La designación de Puigdemont como sucesor es la culminación del disparate y de las cumbres de desprestigio a los que nos ha llevado esta ‘confabulación de irresponsables’.

Nada de positivo hay en su legado. Si la historia tiene algo de piedad de su paso por la máxima responsabilidad política catalana, le dejará en el olvido de una nota al pie insignificante. Si es un poco más atenta y rigurosa, le dedicará uno de los capítulos más negativos de la historia de Cataluña, el que corresponde a quien ha dilapidado la herencia espléndida que han recibido y solo ha dejado tras de sí una casa en ruinas.






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






HArendt






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viernes, 10 de julio de 2015

[Humor & digresión] Iker Casillas, Artur Mas y el rey Felipe




Viñeta de Forges (El País)



Los calores de este tórrido verano que nos asola, también aquí, en Gran Canaria, a pesar de la "panza de burro" y los alisios, no animan a las grandilocuentes ensoñaciones pseudoliterarias del autor del blog. Así, pues, un poco de humor, el justo para pasar el día, junto a una pequeña digresión sobre algún personaje de actualidad. Todo ello sin mayores pretensiones.

Dos de las viñetas de hoy en El País, las de Forges y Peridis, aluden respectivamente a las personas del hasta ahora guardameta insustituible del Real Madrid y de la Selección española de fútbol, Iker Casillas, y del, de momento, incombustible presidente de la comunidad autónoma de Cataluña, Artur Mas. 

No soy un apasionado del fútbol, pero tengo la impresión de que Iker Casillas no se merecía el trato que el club le ha dado en esta penúltima etapa de su vida deportiva. Como soy de los que piensa que el fútbol hace mucho tiempo que dejó de ser un deporte para convertirse en un negocio bastante sucio, no insistiré en el asunto.

Respecto al tira y afloja que se trae el señor Mas con sus elecciones plebiscitarias, si es que eso significa algo, del próximo mes de septiembre, creo que la viñeta de Peridis deja bastante explícito el estado de la cuestión: él solo se la ha liado, y ahora le toca desenredar la madeja. ¿Cómo?... El tiempo lo dirá; ya queda menos.

El escritor, periodista e historiador Jorge Martínez Reverte le dedicaba hace unos días una cariñosa crónica al rey Felipe VI, a cuenta de "su" homenaje (el del Rey, en París) a los soldados republicanos españoles que entraron como avanzadilla de las tropas aliadas que liberaron París de los nazis en agosto de 1944, y pocos días después en Ciudad de México, a los miles de exiliados republicanos y españoles, que se sumaron tras la guerra civil a la vida cultural y académica de México, dejando una impronta que aun prosigue. "No es un Borbón como solían serlo. Me gustaría que, para coronar, asistiera a un homenaje a Azaña. Alcalá está aquí mismo", dice al final de la misma. Para venir de un republicano confeso como él no es una frase baladí. Y respecto al homenaje a Azaña, yo, modesto monárquico confeso, me sumo a su petición.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt




Viñeta de Peridis (El País)







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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

miércoles, 12 de noviembre de 2014

¿Cataluña contra España o España contra Cataluña?: Al final vamos a perder todos...



Manifestación independentista en Cataluña


Hace unos días una buena amiga catalana me reprochaba de buenas maneras mi actitud contraria a una posible independencia de Cataluña de España. Tras manifestarle mi profundo y sincero respeto por todos los catalanes: por los que se sienten y solo quieren ser catalanes y por los que se sienten y quieren seguir siendo catalanes y españoles, no me quedó más remedio que expresarle mi opinión de que la democracia no consiste en hacer cada uno lo que le da la gana cuando le da la gana, sino en respetar a rajatabla las reglas de juego comunes, es decir, la Constitución. Y si esas normas no gustan, no sirven, no funcionan, las cambiamos todos los españoles, no solo una parte de los españoles.

El documentado y denso estudio del profesor Gabriel Tortellá, catedrático emérito de historia de las instituciones económicas de la universidad de Alcala, titulado "Los costes de la separación de Cataluña. Los divorcios son caros", publicado hace solo unas horas en Revista de Libros, no va a convencer a nadie que ya esté convencido de la validez de su propio criterio, pero pienso que merece la pena leerlo con atención, y después, allá cada cual con sus conclusiones.

En todo caso, sería deseable por el bien de catalanes y españoles, un máximo de cordura y un mucho de sangre fría ante tanto incompetente e incendiario a uno y otro lado del Ebro para que no acabe este convertido en barricada.

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt



Rajoy y Mas: ¿Un diálogo de sordos?



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